En el otoño de 2020, algunos trabajadores en Venezuela publicaron una serie de imágenes en foros en línea, donde se habían reunido para hablar sobre el trabajo. Las fotos eran escenas domésticas mundanas, pero a veces íntimas, capturadas desde ángulos bajos. Algunas de estas fotos violaron la privacidad e intimidad de los usuarios.
En una toma particularmente reveladora, una mujer joven con una camiseta lavanda se sienta en el inodoro, con los pantalones cortos bajados hasta la mitad del muslo.
Las imágenes no fueron tomadas por una persona, sino por versiones en desarrollo del robot aspirador de la serie Roomba J7 de iRobot. Luego se enviaron a Scale AI, una empresa emergente que contrata trabajadores de todo el mundo para etiquetar datos de audio, fotos y videos utilizados para entrenar la Inteligencia Artificial.
IRobot, el mayor proveedor mundial de aspiradoras robóticas, que Amazon adquirió recientemente por 1.700 millones de dólares, ha confirmado que estas imágenes fueron capturadas por sus Roombas. Todos eran de «robots en desarrollo con modificaciones de hardware y software que nunca han aparecido en productos de consumo», dijo la compañía en un comunicado. Las máquinas se habían suministrado a «empleados pagados» que firmaron acuerdos por escrito reconociendo que estaban enviando flujos de datos, incluido video, a la empresa, con fines de capacitación de algoritmos.
El problema es que los datos recopilados por los robots aspiradores pueden ser particularmente invasivos. Tienen «un hardware poderoso, sensores potentes», dice Dennis Giese, estudiante de doctorado en la Universidad Northeastern que estudia las vulnerabilidades de seguridad de los dispositivos de Internet pf Things, incluidas las aspiradoras robotizadas. «Y pueden correr por la casa mientras el usuario no tiene forma de controlarlos».
A la noticia le siguió una serie de polémicas sobre el aspecto invasivo de los dispositivos domésticos 4.0. El verdadero problema, según informa Mit Technology Review, es que las empresas no tienen una política clara sobre el consentimiento para el uso de datos personales.
El verdadero consentimiento informado significa «que la persona comprende completamente el procedimiento, comprende completamente los riesgos… cómo se mitigarán esos riesgos y… cuáles son sus derechos», explica un experto. Pero eso rara vez sucede por completo, especialmente cuando las empresas comercializan ayudantes robóticos adorables, que prometen pisos limpios con solo hacer clic en un botón. Y, mientras deambulan entre el dormitorio y el baño, toman fotos y videos comprometedores e invasivos.